DESNORMALIZANDO
Es importante sentir indignación por los
acontecimientos en otras partes del mundo, como el racismo demostrado en
E.U., que nos mueve tanto como para hacer cadenas de ayudas por redes sociales,
más cuando vemos ahí nuestro propio reflejo. Pero no puede ser más fuerte que como
nos toca lo que sucede desde hace años en otras partes del mundo como Irak, Afganistán,
Israel, Libia, Siria, Corea del norte, por mencionar algunos, que pasan a la “normalidad
de las noticias cotidianas”.
El grito entonces debe ser tan fuerte
que llegue a, el aún más oculto, África, con su despiadada mafia de esclavos,
trata de blancas y especismo voraz, “negocios” que han prosperado desde hace décadas
en la más absoluta complicidad del silencio, o para no ir más allá, nuestra
propia Colombia, el olvido de su gente muriendo de hambre, racismo y genocidio
contra pueblos indígenas y pueblos afro, como lo que sucede en E.U. pero
multiplicado, descaradamente normalizado al público local, “un acontecer diario
en este país”, “entonces es normal que estas cosas nos toque porque no es normal que
esto suceda”, tenemos razones suficientes para ofendernos y tomar la iniciativa
para salir a manifestarnos en este momento, ¿acaso el abuso de autoridad a don
Ernesto, el asesinato de Dylan, o la muerte de Anderson Arboleda, por mencionar solo tres casos de miles, no
es suficiente?, tal vez porque "en Colombia es normal
que esas cosas pasen", sin mencionar la indiferencia cómplice que existe frente
a la situación del medio oriente envuelto en escombros y el humo de las bombas, eso también nos afecta inmensamente, pero por alguna razón no entendemos eso y se
vuelve “un tema normal allá”.
Es importante entonces apoyarnos desde
la distancia ocupándonos de estos problemas, reconociéndolos y desnormalizando
estos sucesos para los ojos de todo el mundo, problemas con las características
propias de cada lugar, pero no por eso ajenos y separados, nuestra
responsabilidad es atenderlos, porque no pararán, no desaparecerán solos, ni
disminuirán al ignorarlos, no son normales y solo se arraigan, se fortalecen, y
serán cada vez más difíciles de enfrentar si seguimos indiferentes esperando
que otros se ocupen o tomen la iniciativa para confrontarlos.
El desconocimiento y falta de
apropiación de nuestra realidad social produce más injusticia, represión, violencia,
y corrupción.
Buscar razones en otras partes cuando
son las mismas a las nuestras nos recuerda que tenemos más que suficientes para
tomar iniciativas y solo aplaza peligrosamente lo inevitable.
Quieren que nos ocultemos detrás del
miedo, y la normalidad cómplice y conforme de este, nos sumen en la
incertidumbre con un “simulacro autenticado” para controlar lo incontrolable.
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