Imagen de archivo - El Espectador |
"Séptima papeleta"
En el gobierno de Colombia sobre todo para este año 2020, quizá por causa de la situación de emergencia que atraviesa el mundo siendo en algunas partes más complicado que en otras principalmente por las políticas internas que asumen cada uno de los países, de forma gradual pero sobretodo de manera contundente se vienen desenmascarando con pruebas auténticas y públicas, pero paradójicamente sin ninguna clase de efectos o procesos de investigación de juicio legal, de cortes o entidades constitucionales especializadas, la naturaleza de un gobierno acomodado por mafias narco paramilitares en la política y completamente posicionadas por medio de una “legalidad fraudulenta” expandida a grandes empresas, narcotráfico, terratenientes ganaderos paramilitares, medios de comunicación y en general tratando de controlar todas las ramas del poder público. Desde esta obvia perspectiva nacen preguntas obligadas como la que hace Gustavo Petro en su columna del 6 de Julio: ¿Que pasa al tener un presidente elegido sobre la base del delito?, o ¿Por qué estas pruebas muy serias presentadas por periodistas no son avaladas legalmente y suficientes para iniciar las acciones judiciales y penales pertinentes?, y si en este caso la fiscalía y la registraduría están implicadas directamente en el fraude de compra de votos y la procuraduría general de la nación, ministerio del interior, contraloría general de la república, la corte suprema de justicia, el consejo de estado, la corte constitucional no pueden hacer nada porque si se muestran interesados en investigar o llevar algún caso legalmente son amenazados o asesinados ¿entonces a que entidad o donde denunciar y llevar a cabo el proceso pertinente para este delito de fraude comprobado en las elecciones presidenciales del 2018 en Colombia, si los que lo deberían hacerlo están impedidos?, ¿se debe convocar meticulosamente una asamblea constituyente en este caso especial para llevar a cabo un proceso de nuevas elecciones transparentes y anular el actual fraude?.
Desafortunadamente
es de notar que todas estas facetas del estado envenenadas son justificadas y
validadas por cierta parte de la sociedad colombiana provocando una dependencia
masiva por miedo y como único camino el sometimiento de la costumbre, la
normalización de reglas y situaciones abusivas y represivas incrustadas en el
cotidiano, en todos los niveles y clases, en todos los trabajos desde las
noticias que escuchamos a diario hasta el mismo lenguaje, sumiéndonos por
completo en la conformidad, dejando como resultado nada más que pobreza,
violencia, racismo, xenofobia, guerra y desesperanza. De esta manera se da vía
libre, es decir, se crea el ambiente perfecto para la llegada de “falsos emisarios de mano dura, corazón grande”, politiqueros populistas
financiados con dinero sucio y de muerte prometiendo falsas banderas de paz y
prosperidad para “arreglar” lo que ellos mismos causaron.
Imagen tomada de “Los protagonistas de la séptima papeleta” en Universidad del Rosario |
El movimiento ahora
es de la sociedad, es decir, la acción del gobierno y las
acciones en tal caso del centro democrático y toda la maquinaria corrupta que
hace funcionar al país como hasta ahora lo conocemos para consolidar su
hegemonía en el “poder”, tiene por naturaleza intrínseca una reacción que en
este caso le pertenece al pueblo. Es momento para el movimiento de la sociedad
“como unidad” para tomar decisiones y acciones importantes que trasciendan como
un fenómeno que cambie la historia de Colombia no solo política sino en todo
sentido socio-cultural. Probablemente el afán por retardar este momento de
cambio ineludible para una sociedad enfermada deliberadamente mediante la
trampa, el abuso y el miedo causa que este mismo se acelere, el auténtico
ejemplo de “fenómeno socio-político de conciencia colectiva de decisión” o
“movimiento social preceptivo” tan significativo para la historia del mundo
como lo que representó la revolución francesa, la revolución mexicana o bueno,
para no ir más allá, lo que representó para Colombia el movimiento "séptima papeleta" que promulgó mediante una
asamblea constituyente la nueva constitución de 1991. Un momento de nuestra historia que vale la pena
recordar en este momento en particular, "Plebiscito
por Colombia, voto por una Asamblea
Constituyente que reforme la Constitución y determine
cambios políticos, sociales y económicos en beneficio del pueblo", esta
consigna pregonada en los 90 es, en buena parte, la misma que hoy demanda la sociedad.
Todo esto puede
mejorar, pero lo cierto es que todo puede empeorar también, depende de
nosotros, depende de la sociedad, del trabajo desde sus propias posibilidades
construyendo las alternativas, el cambio, y deconstruyendo
conceptos y procederes desde la no conformidad, la acción individual y
colectiva reconociendo la responsabilidad que tenemos cada uno en todo esto. Destaco con más vehemencia una frase:
“seguiré sembrando rebeldía, hasta que coseche libertad, porque mientras yo
tapo mi cara, tú tapas la realidad... ¡soy el puño que se levanta, soy la voz
que no se calla, soy el guerrero con quien no contabas”.